cómo la evidencia estalla
ahogándote en su eco
y cómo la ciega materia
confunde tu brillo y la nada.
De comienzo en comienzo
algo convierte tu conciencia
en trampa de sí misma
dejando hablar al pecado
de confusas imágenes.
Quiero inventar otra muerte
una muerte también mía
y ofreceros, extraño final,
una mentira adecuada
Para aquel que, confundido, hace sonar las trompetas de Jericó frente a sus murallas y, desplomadas estas, descubre su piel herida y manchada y de esta forma enmarañado entre lo social y lo asocial, la abyección y el lirismo, la delincuencia y la ley, el amor y el asesinato, se deja arrastrar a las afueras, más allá del círculo conocido, a zonas de sofisticado vicio y aburrimiento, vida nocturna y decrépitos hoteles, cines baratos con sesiones continuas donde espectadores moribundos nunca mueren pasando siempre a través y confundiendo el día con la noche.
Para quien se atrevió a volver el espejo contra la pared para no quedar cogido en su imagen y yace esparcido en mil pedazos, inatrapado de sí mismo, roto narciso fluyendo en todas direcciones. Hechizado en esa mentira y fascinado en el ‘no todavía uno’ y el ‘no completamente otro.’ Punto en que la identidad, sin llegar a ser, se excede, invirtiéndose en algo tan múltiple como indecible. Preso de la oscilación entre la vida y la muerte, el yo y el otro, la belleza y el horror.
1992
Pasaron los días de savia y cristal
y huertos con muros en donde robar
con algún amigo . . .
Hoy estoy perdido, como esas tortugas
que no vuelvan al mar tras devorar
y se adentran en dirección opuesta,
para morir cansadas
en un punto cualquiera del horizonte.
El cielo se ha vuelto denso
como una boca de negras nubes
lloviendo hombres con perfil de espada
y en su bostezo descubro
un mal que pensé olvidado.
Nos han robado la luz,
han pisado nuestra frágil llama.
Intentando salvar algún resto
de ese mundo que perdemos,
hoy sé que el único y terrible enemigo
es la actualidad, y que en ella
tan solo no viviendo
llegas a vivir dos veces.
En este pozo nuevo y enorme,
entre ecos de otros tiempos
(un patio abierto, una mezquita ciega)
espero en el opaco umbral
de esa casa de nadie
una llamada húmeda y larga
. . . los últimos días.