Un inmigrante corre en el techo de un vagón
el tren cruza el puente de Metlac a milcientrotreintaiún msnm
un inmigrante hace malabares
como si la cima del mundo avanzara
a la par de las montañas
todo sereno en el paso norteamericano
Quizá más tarde vengan
los retenes el chirrido de las vías
pero ahora filma con su celular el bosque nuboso
y las orquídeas negras que pasan en la sucesión de imágenes
De algún vagón llega un sonido
los garífunas atados a los fierros
bailan con sus hijos en el pecho
luego habitarán los desiertos de Arizona
o las praderas húmedas del Bronx en el verano
Aunque ahora un inmigrante desafía la gravedad
en su euforia por llegar al Norte
después su cuerpo se hará recio para soportar las tormentas
repartir comida y regalos navideños
cuando los demás se refugian en la calefacción
lo llamarán delivery
y su nombre lucirá en letras rojas
en cada entrada de los restaurantes
lo llamarán delivery mientras se equilibra en su bicicleta
y el tren avanza
un inmigrante desafía la gravedad
brinca el desierto y luego el mar
desde lo alto del puente balbucea un territorio lejano
que ni él mismo recuerda.
su corazón palpita bajo tierra
Abrimos camino entre las plantas enormes de la selva:
movimientos de hormigas que llevan y traen hojas troncos
hasta arrancar la maleza que los oculta;
leemos cada indicio de la naturaleza para saber
si el gesto que aún amamos permanece aquí
cuerpo con cuerpo,
ica toyolo yectli
con el corazón limpio
tinehnemih pan cuatitlamitl
avanzamos por los campos
los ojos abiertos distinguen la tierra apenas removida
cuerpo con cuerpo,
recorremos los plantíos en busca de sus huesos:
movimientos de hormigas oleajes
que traen aromas su sonrisa el sabor del último beso;
queremos saber si duermen arropados por el musgo
si tienen frío o hambre como en el principio de la vida
cuerpo con cuerpo,
cavamos en silencio
para escuchar el ritmo de su corazón que palpita bajo tierra
ininyoloh tlatzozona tlalihtic.
bugambilias dulces que jamás renacerán
En las carreteras duermen los huesos rotos
omimeh tlapantoqueh huan cochih pan ohtlia
los decapitados
los tristes
tlen mocuezoah
los que ya no pueden llorar
tlen ayoccanah huelih chocah
esparcen su polvo entre la tierra húmeda
quiihzceloah inincuechchopan pan tlalli xolontoc
horadados los frontispicios de las casas
sus paredes sangran
un olor a plomo cubre los parques
y en los jardines uno a uno
sembrados los racimos de su piel
bugambilias dulces que jamás renacerán
el caudal es agua roja espectral roja heráldica
atlahco quipiya atl chichiltic
tan bermejo el óxido de su sangre
granate el horror de una cereza envejecida
También sus huesos cimbran
en el estertor del subsuelo
acarician los vapores minerales
así el dolor salobre en la espina dorsal
en la espina de los sueños:
huitztli tlen temiquiztli
la ciudad escarlata se incendia
notlalhui tlatla.