cuando no merecía luz ni casa.
Al alba, los ingobernables mulos,
los caballos escuálidos y el frío.
De noche, las interminables guardias,
las estrellas cansadas e infinitas.
Cuestiones naturales IV
Estaría en mi patria si estuviera
caminando deprisa por las calles,
por las calles sin nadie de la tarde,
rumbo a los geométricos ocasos.
El pájaro que mancha el puro lejos
con un errático zigzag de vida.
La lagartija que en el muro blanco
dibuja el fue de su veloz estela
y pone su corazoncito a salvo
en la invisible y miserable grieta.
Porque soy su temor y la he temido,
porque la vida siempre desconfía.
Porque no aprecias
No está en jerusalén ni en la vasija
cuyos fragmentos infinitos juntas
y ya no se parece y llamas grecia.
está en lo que no sabes qué es y escapa;
llámalo música que vuleve y vuelve
para decirte siempre que no vales,
que no tienes valor porque no aprecias.
y está en lo extenso, en la ansiedad extensa,
no en el lugar exacto en que te duele;
y en la amplitud de las llanuras tristes
y en el pasado de los ríos lentos.
devorador de dones, ¿qué te queda?
Para que no se pierda nada
Para que no se pierda nada, pese
al orgullo del frío, pese al frío
del orgullo, después de andar a tientas
por el valle del tiempo, entre las zarzas
del tiempo; para que se salve incluso
lo que no quiere ver nuestra pereza
y, con ello, el desdén; lo muy pequeño
y el desafío enorme de las torres;
para que no se pierda nada nuestro,
ni siquiera el error de lo evidente.