Cuatro Poemas

Juan Arabia

Almea
 
Las nubes de esta noche desdibujan demonios en el cielo
destruyen las horas azules donde alguna vez Almea
nos convocó a respirar una ciudad que florecía enormemente
sin estas brasas malignas que arruinan todo
donde nada ríe y los cascabeles pedalean
hacia un mismo sitio de oscuridad
fosas de hambre piedras un rincón de silencio atado
estériles sapos últimas máscaras flores difuntas
que sólo favorecen al carbón y al fondo del estanque.
 
Alguna vez Almea hizo del frío el rastro de un conejo
invirtió caudales sembró maíz sin matar coyotes
asesinó a la especie reemplazando un solo color de la naturaleza.
 
 
 

Nueva poesía
 
bebimos tanto que rebalsó el estanque
y ahora soltamos cangrejos en las orillas
 
la mala sangre golpeaba y arrastraba
           peces en extinción
 
y el pescador sólo miraba las verrugas
de la láctea ceguera del océano
 
a ti, que solo esperabas el inaudito sonido
             de la cabra sacrificial
 
te entrego la mañana, el nacimiento,
una tierra abierta—despejada de sí
 
entrego una poesía de ramos nuevos
porque los muertos serán otros
 
 

Encrapuler
 
De sol pardo, enbrillanté
          los viejos caminos
                     encrapulé
mi rostro en el fango
porque cuando éramos jóvenes
cercaron sus vendas
           y las banderas pesadas
aniquilan distancias
 
De sol lágrima, enbrillanté
          al sol cielo
                       encrapulé
la multitud de la esencia
y en la lentitud del lagarto
           pené mis sombras
sin el veneno de las acacias
            que perdura
 
 
 
Le poète Sud-Américain
 
le poète sud-américain exige un contexte
fleurs amères qui contrastent avec le jardin
et simulent tout au plus les voix disparues
mais le long terme est deux fois plus sombre
un déluge en contient maintenant un autre
comme une nouvelle tumeur après métastase
audible seulement par quelques-uns—