de Dictado por la jauría
Juan Calzadilla
vivo a diario puesto que no debo arriesgarme
mido bien con mis pasos la calle y cuento con manos salobres de sudor
cada minuto en que estuve a punto de morir
a los árboles deseo encontrar en sus sitios de antes
así soy tengo miedo amo la lluvia cuídome de todo como buen
empresario que sabe administrar sus años
cuídame del sol mi cabeza opuesta al sueño
vivo a diario leo la prensa me subo a los titulares como sabandija
trepada al cráneo de un turista
me abro paso entre la multitud ondeando diariamente
bestia holgazana cierro los ojos y digo túnel carnívoro sin omitir sílaba
me saludan las bocinas y digo cueva de occiso es tu boca preparada
para los funerales
me introduzco en los edificios sin salida un día cualquiera
rodéame magistral selva de concreto en ese instante
en que una puerta se abre para cerrar otra
redúzcome pierdo peso y altura y me he dicho
desciende juan del último piso
y decido no lanzarme dándome postín que mueve a risa en estos tiempos
pues vivir en ellos es enorme empresa
y río de primero sin llegar a ser el último
y río de último siendo el primero
río de miedo-pánico y de hambre canina cuando la ciudad hace
la digestión de todas sus víctimas
que sueñan sin poder dormir
y que duermen sin poder soñar
y como cerviz de toro inexperto que cuelga en los mataderos
mi ojo grosero siempre dispuesto a vaciarse como vaso de vino
yo metódico hombre tedioso rey en su casa pido clemencia pido clemencia
me reconozco me reconozco en mi infancia en mi madurez
en mi muerte en los términos de mi oficio de espectador a quien el muro
endurece para siempre
me reconozco en mi córnea de salamandra furiosa
me reconozco en la selva urbana que me propone una máscara
para dar los buenos días desde una claraboya demasiado alta
me reconozco en la oscuridad donde dejo de verme y en medio
de mi alegría cifrada por los despojos de miseria que apuñala mi ojo
me reconozco en el banco de cárcel negra y en la materia que
osifica mis párpados y diluye mi cráneo nuevo
que no es sino ese fortalecimiento de sábanas
que busca un punto de apoyo en mi rótula
la súbita aparición del pus que insemina los bellos jardines
de un dispensario nocturno
mis párpados sin venganza mis párpados sin origen mis párpados
sin orificios de salida para cantar para verter loas en témpanos
de dicha interna mis párpados cerrados siempre para ver el lado oscuro
de la carne
a modo de gusanos que pudren mis odios
me reconozco
me reconozco en mi infancia en mi madurez en mi muerte
golpeando el abismo entre mi espíritu y yo están mis trajes
se levantan mis actos los muros de espesor de luciola
que admito desconocer como al tejido violento de los cromosomas
los abismos blandos que se incrustan a mi cuerpo
hecho de una materia de lava cosmogónica y nervio
de convulsión doméstica
de tumor amistoso con forma de cráter medicinal
una sustancia hecha de corpúsculos de existencia diaria
provistos del tiempo necesario para cada pulsación
y cada uno de los cuales es el mismo tiempo un átomo
un ángel una obra de arte un ser humano
un dios de espesa crin solar
diariamente adquiero conciencia de ese equilibro
de arco peligrosamente tendido
a que me condena un pensamiento a punto de dispararse
con malos modales soy tu apariencia interna y externa
tu verdadero ser, tu virus, tu extrema unción
el caníbal en que me convierto
sin esperar mucho tiempo en los parques lustrosos
me envilezco sin ninguna razón
me envilezco por nada me envilezco más pronto que el odio
que actúa bajo el efecto del ácido corrosivo
hago de tu traje mi mejor máscara
te muestro una rosa dentro de un volcán
bebo para ejercitar mi tino en la escama de la boa
en fin encuentro que me tardo, que he perdido mis días
que no hay diferencia entre la potencia y el deseo entre el deseo
y el acto entre el acto y el crimen
huyo de mis antepasados, los encuentro en todas partes
en los volúmenes de historia en mis camisas en el barniz de la mesa
y en la mesa misma en los paréntesis de lóbulos abiertos
en las carnicerías, en los perros de presa en los ramos de flores
en la página 4
el magma debe retornar el mundo como una habitación
demasiado sola desde donde admiro los volcanes
el receso justo de sus lavas sobre un balneario lujoso
he vendido mi ángel
lo he matado con torpe espada sin lavar
me ha cegado lo invisible
soporto en silencio mi trabajo de investigador solamente
preocupado por la carne que marcha solo por un desierto
me doy cuenta de un retorno que no es sino
un descenso de navajas sobre mi cráneo
de naipe suspendido sobre el ojo de un culpable
mido bien con mis pasos la calle y cuento con manos salobres de sudor
cada minuto en que estuve a punto de morir
a los árboles deseo encontrar en sus sitios de antes
así soy tengo miedo amo la lluvia cuídome de todo como buen
empresario que sabe administrar sus años
cuídame del sol mi cabeza opuesta al sueño
vivo a diario leo la prensa me subo a los titulares como sabandija
trepada al cráneo de un turista
me abro paso entre la multitud ondeando diariamente
bestia holgazana cierro los ojos y digo túnel carnívoro sin omitir sílaba
me saludan las bocinas y digo cueva de occiso es tu boca preparada
para los funerales
me introduzco en los edificios sin salida un día cualquiera
rodéame magistral selva de concreto en ese instante
en que una puerta se abre para cerrar otra
redúzcome pierdo peso y altura y me he dicho
desciende juan del último piso
y decido no lanzarme dándome postín que mueve a risa en estos tiempos
pues vivir en ellos es enorme empresa
y río de primero sin llegar a ser el último
y río de último siendo el primero
río de miedo-pánico y de hambre canina cuando la ciudad hace
la digestión de todas sus víctimas
que sueñan sin poder dormir
y que duermen sin poder soñar
y como cerviz de toro inexperto que cuelga en los mataderos
mi ojo grosero siempre dispuesto a vaciarse como vaso de vino
yo metódico hombre tedioso rey en su casa pido clemencia pido clemencia
me reconozco me reconozco en mi infancia en mi madurez
en mi muerte en los términos de mi oficio de espectador a quien el muro
endurece para siempre
me reconozco en mi córnea de salamandra furiosa
me reconozco en la selva urbana que me propone una máscara
para dar los buenos días desde una claraboya demasiado alta
me reconozco en la oscuridad donde dejo de verme y en medio
de mi alegría cifrada por los despojos de miseria que apuñala mi ojo
me reconozco en el banco de cárcel negra y en la materia que
osifica mis párpados y diluye mi cráneo nuevo
que no es sino ese fortalecimiento de sábanas
que busca un punto de apoyo en mi rótula
la súbita aparición del pus que insemina los bellos jardines
de un dispensario nocturno
mis párpados sin venganza mis párpados sin origen mis párpados
sin orificios de salida para cantar para verter loas en témpanos
de dicha interna mis párpados cerrados siempre para ver el lado oscuro
de la carne
a modo de gusanos que pudren mis odios
me reconozco
me reconozco en mi infancia en mi madurez en mi muerte
golpeando el abismo entre mi espíritu y yo están mis trajes
se levantan mis actos los muros de espesor de luciola
que admito desconocer como al tejido violento de los cromosomas
los abismos blandos que se incrustan a mi cuerpo
hecho de una materia de lava cosmogónica y nervio
de convulsión doméstica
de tumor amistoso con forma de cráter medicinal
una sustancia hecha de corpúsculos de existencia diaria
provistos del tiempo necesario para cada pulsación
y cada uno de los cuales es el mismo tiempo un átomo
un ángel una obra de arte un ser humano
un dios de espesa crin solar
diariamente adquiero conciencia de ese equilibro
de arco peligrosamente tendido
a que me condena un pensamiento a punto de dispararse
con malos modales soy tu apariencia interna y externa
tu verdadero ser, tu virus, tu extrema unción
el caníbal en que me convierto
sin esperar mucho tiempo en los parques lustrosos
me envilezco sin ninguna razón
me envilezco por nada me envilezco más pronto que el odio
que actúa bajo el efecto del ácido corrosivo
hago de tu traje mi mejor máscara
te muestro una rosa dentro de un volcán
bebo para ejercitar mi tino en la escama de la boa
en fin encuentro que me tardo, que he perdido mis días
que no hay diferencia entre la potencia y el deseo entre el deseo
y el acto entre el acto y el crimen
huyo de mis antepasados, los encuentro en todas partes
en los volúmenes de historia en mis camisas en el barniz de la mesa
y en la mesa misma en los paréntesis de lóbulos abiertos
en las carnicerías, en los perros de presa en los ramos de flores
en la página 4
el magma debe retornar el mundo como una habitación
demasiado sola desde donde admiro los volcanes
el receso justo de sus lavas sobre un balneario lujoso
he vendido mi ángel
lo he matado con torpe espada sin lavar
me ha cegado lo invisible
soporto en silencio mi trabajo de investigador solamente
preocupado por la carne que marcha solo por un desierto
me doy cuenta de un retorno que no es sino
un descenso de navajas sobre mi cráneo
de naipe suspendido sobre el ojo de un culpable