Vallarta, Jalisco, agosto 16, 1967
Dr. Ricardo Guerra
Av. Constituyentes 171
Recojo niños mañana tarde casa de mi mama buen viaje.
Lilia
México, D.F. 25 de agosto de 1967
Mi querido Ricardo, mi vida, mi corazón, qué alegría tan grande haber recibido primero tu llamado telefónico y saber que habías llegado sin novedad y ahora saber que estás contento, que el lugar es bonito y que el tiempo que te dejen libre tus clases lo vas a aprovechar para divertirte, para descansar, y sobre todo, para desintoxicarte de México, de la casa, de la familia, de los problemas, del aburrimiento de la rutina de tantos años. Dices que sigues preocupado por problemas concretos y, en lo que concierne a este ámbito, yo puedo asegurarte que no hay ningún motivo para esa preocupación. Toda marcha perfectamente y yo he procurado cumplir cada uno de tus encargos de manera que no se obstaculice la marcha de las cosas. Fuimos a Cuernavaca el fin de semana y le pagamos a José Luis lo del agua y yo le di a don Pedro lo de su semana. También me arreglé con Nico para que le diera una limpiadita exhaustiva a la casa por un pago especial y que no va a convertirse de ningún modo en sueldo. Cuando se necesite algo de ella se le retribuirá y punto. De todo esto te estoy llevando un apunte para que lo veas cuando vengas. Este fin de semana que pasó fuimos solo Herlinda, Gabriel y yo porque ya ves que los niños iban a pasar esos días con su mamá. El martes, muy puntualmente, vino a comer Ricky porque Pablito se había indigestado y no había ido a la escuela. Yo sospecho que, independientemente de la indigestión (muy probable porque tiene un hambre canina), había el problema de la ropa, porque el día anterior me había hablado Lilia para preguntarme si Pablito no tenía aquí pantalones y cosas para ir a la escuela y, como tú sabes, ellos se llevaron todo a casa de su mamá. Ese mismo martes, que era 22, fecha en que empezaba a funcionar el cheque de ocho mil pesos que te dio Willie, nos fuimos a Cuernavaca Gabriel y yo, muy temprano, muy salsas y depositamos en tu cuenta en el Banco del Sur ese cheque más otro mío por dos mil pesos con lo que se complementaban los 10,000 que me recomendaste que te colocara allí. Por otra parte llegó el aviso de Bancomer y lo puse en mi cuenta en el Banco de Comercio, para que no se atrasara el pago y para que lo pagaran como yo están pagando las contribuciones prediales y el agua. Me falta el recibo del teléfono porque todavía no he podido ir a pagarlo y tenerlo al día para que funcione ese servicio. `
Como tú ves estamos procurando ser la eficiencia misma y todo esto lo hago instalada en mi Opel al que cada día amo más y no entendemos mejor. Desde el día en que te fuiste probé a guardarlo en el patio donde guardabas el Mustang y me parece que es mucho más fácil y más cómodo. Además ya me estoy volviendo un hacha para estacionarme aun en espacios muy pequeños.
El viernes pasado fui a la Secretaría de Educación y ya quedó arreglado el asunto de las becas de Pablo y Gabrielito. Hablé personalmente con Yáñez, quien me dijo unas cosas sibilinas y, si yo jamás le pedí explicaciones, imagínate si lo iba yo a hacer con un ministro cuyo estilo es barroco y más bien oscuro. Si la interpretación que yo di a sus enigmáticos conceptos es correcta, creo que será una buena noticia (dinero a la vista) pero no quiero hacerme ilusiones sino hasta que eso se realice.
A propósito de dinero: el mismo día en que te fuiste recibí mi cheque de Colorado, con 60 dólares más de los que yo calculaba y lo deposité en mi cuenta, donde me lo apuntaron como válido inmediatamente. Creo que es lo que tú llamas en firme o no sé qué. Ese mismo día recibiste una llamada de larga distancia de Guadalajara, de parte de la señorita Irma que quedó de volver a llamar en diciembre o principios de enero.
No has recibido ningún otro recado, ninguna carta. Lo único son unos enormes sobres del Consejo Universitario que te estoy guardando religiosamente.
Arreglé tus papeles y ya está listo y esplendoroso el estudio todo. Pasamos la aspiradora hasta los últimos resquicios, echamos insecticida, etc. Voy a comprar, en cuanto me paguen en la Uni, para no quedar al descubierto en cualquier emergencia, un suntuosísimo sofá cama matrimonial, con lo que se resolverá el problema de si quieres dormir hasta tarde sin que te interrumpan y te despierten los ruidos del resto de la casa. Es comodísimo y tendrías una lámpara junto, cenicero, lugar para dejar tu ropa, cafetera lista para conectarla cuando te despiertes, pantuflas, etc. Y hasta, cuando tú quisieras, yo subiría a visitarte y a platicarte contigo (aunque ya sabes a lo que se reducen mis temas de conversación cuando estamos juntos y solos. Tiembla y prepárate, porque por estos rumbos me dicen la insaciable.)
Yo estoy triste de saberte lejos y me haces mucha falta, pero pienso en el futuro con mucho optimismo. Te quiero como no he querido jamás a nadie, y tengo el propósito de quererte cada vez mejor, cada vez de la manera que tú lo necesitas. A veces pienso que es un verdadero milagro que después de tantos errores cometidos (estoy pensando en los míos que son los únicos que tengo todavía a mi alcance para corregir y superar) tenga yo todavía la oportunidad de enmendarlos. El hecho mismo de que haya yo podido superar mis problemas sexuales y goce tan plenamente contigo me hace sentirme mucho más segura y confiada respecto al modo como vamos a tratarnos. Hay muchas cosas que compartimos y muchas otras en las que tenemos absoluta divergencia. Esto ha estado establecido así desde el principio pero hicimos muy mal en querer, alternativamente, amoldarnos a las exigencias del otro. Cuando tú te ibas yo me sentía al mismo tiempo muy enojada de quedarme sola y muy culpable de no acompañarte. Ahora, que ya podemos hablar con mucha mayor franqueza, ya sabemos que, en ciertos medios y con ciertas amistades y relaciones, estamos mucho más a gusto como individuos aislados que como pareja. Qué bueno si lo podemos asumir así y escoger aquello que queremos compartir y que disfrutamos en compañía y qué bueno que nos quede un margen de vida aparte que no lesiona al otro ni le quita nada esencial. Yo he pensado mucho también en el asunto de la fidelidad. Ni en sueños quiero ni debo ni puedo exigírtela. De vez en cuando me entrará el telele de los celos y te haré una escena pero, gracias al automatismos de mis estados de ánimo que cada vez observo con mayor exactitud, te haría la escena con o sin causa. Ahora debes de tenerme paciencia y no tomarme en serio, porque además a mí va a olvidárseme después. Como se me olvida siempre. En los días que estuvimos juntos yo tenía momentos de gran angustia porque temía ceder a la violencia. Se me va a quitar ese temor en el momento en que yo tenga la certidumbre, primero, de que no voy a alimentar mis impulsos violentos con racionalizaciones basadas en lo que tú haces y con rencores artificialmente mantenidos. Y, después, con la seguridad de que si alguna vez no puedo evitar caer en una tendencia que yo iré debilitando y desarmando, esa caída no será grave y tú me ayudarás a que se produzca con las menores consecuencias posibles. Eso no quiere decir que evites motivos que podrían desencadenarla. Se desencadena independientemente de todo lo que pasa afuera. Quiere decir que cuando veas venir las cosas, o me dejes sola que me desahogue como Dios me dé a entender o pongas oídos sordos a las estupideces que se me ocurran.
Hay algo que sí te quisiera pedir y creo que ahora, a distancia y tú en un lugar extraño y distinto, etc., es oportuno y quizá más fácil de intentarlo. Que trates de desligar el concepto “esposa que para ti está tan cargado de contenidos negativos de mí, como si fuéramos una y la misma indisoluble realidad. Es cierto que soy tu esposa, pero yo quisiera serlo en los mejor que contiene este término. La persona en la que puedes confiar, tu compañera totalmente fiel e incondicional, tu amiga, la que crea contigo una comunidad favorable para el crecimiento de los niños y un sitio agradable para vivir…ciertas horas, al menos. Cuando yo te diga algo no estoy siempre hablando ex cátedra conyuga, no estoy tratando de hacer valer mis privilegios institucionales, no estoy tratando de violar tu libertad, por lo menos de manera forzosa. Si te pido, por ejemplo, que hablemos, que quedemos un rato juntos a algo por el estilo no es para ejercer mi autoridad. Es porque, independientemente de que yo sea tu esposa o no, soy también una persona, una persona que está enamorada de ti, que te necesita, que quiere dar y recibir amor. Piensa que si te pidiera lo mismo una amante lo interpretarás de otro modo y concédeme que yo no soy la encarnación de esa institución que rechazas perdiendo o aventando anillos. Si lo he sido durante diez años aplica tus doctrinas sartrianas, no poses en mí la mirada cosificante y mírame como si fuera algo distinto. Algo que se ha transformado y modificado, algo que ha sufrido una evolución, que se encuentra en otra actitud. Creo que si tú me piensas de otro modo, me ayudas y me obligas a comportarme de otro modo que nos permita sentirnos más a gusto, a los dos.
Me pareció muy bien lo que me dices en tu carta acerca de que mantenemos la relación fundamentalmente por ti y por mí. Se la planteamos como referida a los niños es difícil que no se creen tensiones, malentendidos y un sentimiento de frustración. Además de que es falso. Yo quiero vivir contigo por ti. Lo sé ahora porque he vivido sola y porque no te he “necesitado” para resolver los problemas cotidianos, para entenderme con Gabriel ni nada por el estilo. Lo que tú me das me lo das como hombre, como el hombre a quien amo y en ese sentido eres insustituible. Creo que en estos últimos días he tenido una experiencia muy clara de lo que es la fidelidad. Ya ves que me quedé con la miel en los labios porque apenas estaba descubriendo las delicias de la sexualidad. Cuando te fuiste me sentí, en este aspecto, muy desamparada y muy necesitada. Me di cuenta también si uno cierre los ojos, pues es fácil engañar el apetito y satisfacerlo. Pero yo no los quiero cerrar, no quiero engañarme. Yo te amo y eso le da un sentido perfectamente determinado a mi deseo. Mi deseo únicamente lo satisfaces tú. Yo no quiero que nadie ni nada se interponga entre esa nueva realidad, que para mí es ahora tan rica y tan importante, y nosotros. Además, amándote, yo no querría herirte, a pesar de que tú me digas que eso no te molestaría y que sería mejor que tuviera un amante para que comprendiera, etc. Se supone que si tengo imaginación puedo comprender a priori. Prefiero ejercer mi imaginación que mi experiencia. Y prefiero (aunque podría hacer lo contrario) pertenecerte exclusivamente a ti. Es muy mi gusto y mi orgullo y mi alegría y mi seguridad de saber que mi cuerpo no conoce nada más que el placer que tú le has proporcionado. Yo te aguardo con muchas ganas y con mucha paciencia. Te amo, mi vida. No dejes de acordarme nunca ese mínimo de convivencia que otros amigos tuyos les negaron a sus esposas con los resultados consabidos. Y piensa en mí ahora no como la esposa que exige el débito conyugal sino como la enamorada que quiere decir con gestos, con actos, lo que no se puede decir con palabras.
No creas que al hablarte así estoy haciéndome la más mínima ilusión de que cuando vengas nos dedicaremos el día y la noche entera a agarrarnos la mano y no soltarnos. No. Creo que, aparte de los programas de radio que sí confío en que no serán tan intensivos como lo fueron durante nuestra estancia juntos, todo lo demás continuará igual. Que tus horarios te entregan la noche entera. Que nuestros fines de semana a Cuernavaca serán ahora mucho más flexibles porque yo puedo llevar a traer a los niños sin necesidad de que tú nos acompañes salvo cuando quieras. Que si vas con nosotros pero tienes que cumplir otros compromisos aquí, puedes venirte antes y no estás obligado a volver a recogernos, lo que resultará mucho menos cansado de lo que era.
Y ya hablando de lo cotidiano, creo que también ha sido beneficioso lo de tu viaje porque eso me ha permitido relacionarme de un modo mucho más directo con los niños. Hemos conocido muy bien, platicamos y hacemos planes. Este fin de semana nos vamos el sábado, después de las clases de Ricky. Nos paramos en el Casino de la Selva a nadar un rato y luego nos vamos a la casa. Nos quedamos todo el domingo y el lunes, muy temprano, nos regresamos para que entren a tiempo en la escuela.
Yo hablé por teléfono para preguntar sobre la puntualidad de Ricky, al Madrid, con Popoca y no hay queja de ninguna clase. Está muy serio asistiendo a sus clases. Pablo ya ves cómo se empeña en las tareas y lo responsable que es siempre. El Bigotes ha venido solo un día a dar clases. Faltó una semana sin avisar ni nada y ayer le dijo a Ricky que no iba a venir y no vino. Gabriel me acompaña a muchos lados. Hemos tenido unas aventuras en el coche, dignas de mejor causa. Lo llevé la otra noche al autocinema y a la salida con ese sentido de orientación que me caracteriza, me fui para el rumbo de Querétaro. Y andaba próxima a quién sabe qué ciudad cuando me decidí a preguntar y volví a México. Cada salida me depara una sorpresa y nunca sé si será mi destino la costa o el altiplano.
Ricky te escribió. Pablito no tuvo tiempo y Gabriel hizo una serie de garabatos con la máquina. Te recuerdan mucho y están muy ansiosos de que les cuente cosas de allá. Gabriel supone que estás dedicado a la cacería con escopeta. A propósito, Willie no ha dado signos de vida. La semana próxima le hablaré.
Tu primo Julio, al día siguiente de tu partida, me envió cuatro docenas de rosas rojas con un saludo muy afectuoso. Yo creo que debo darle las gracias pero se me pasa el día y los días y no lo hago. Si quiere una conversación privada la va a tener y que Dios lo coja confesado.
Yo me he sentido bien y cuando me siento mal ya sé que me tomo un Valium y la vida vuelve a ser color de rosa. Casi no he visto a nadie pero a los que he visto ha sido con agrado. Nadie me ha dado lata, nadie me ha contado chismes, nadie nada. Creo que empiezo a ejercer el arte de la defensa personal.
Disfruta mucho tu estancia allá, mi vida. Escríbenos siempre que puedas, que nos dará mucho gusto. En la próxima carta te enviaré fotos de todos los monstruitos en la alberca y de los perros y de don Pedro, a quien supongo que extrañarás con mucha intensidad.
He ido al cine con Raúl que está muy hundido. Vino Emilio Carballido, deprimidísimo también y Laura Mues de lo más histérica. Me invitó a merendar Norma Castro pero le doy largas. No me interesa verla.
Te mando muchos besos. Si se te ofrece algo dímelo y no te preocupes por nosotros que, salvo la falta “espiritual” que nos haces, toda está saliendo adelante y olvida que aquí dejaste cosas pendientes. (No se me ha olvidado lo de la doctora Theodor. Hoy le hablaré.)
Rosario
