Stalin ha muerto
Rachel Shihor
Soñando
Ya que en ningún lugar existe un humano que no haya soñado—al menos una vez en su vida—, en general es reconocido que se necesita la literatura. Pero esto no es ni una justificación de la literatura, ni prueba de su existencia. Lo mismo se puede decir de Dios.
La maestra de preescolar
¡Mírenme todos!, dijo la maestra de preescolar. Hasta ahora, han cumplido bien todas sus tareas, pero si una toalla cae, si una mosca cruza la sala, tendrán que empezar de nuevo. Una mosca y una toalla, y todo tendrá que volver a moverse exactamente como antes. Hasta el último detalle. Tendrán que renacer y todo comenzará de nuevo.
Un recuerdo
La primera vez que mudé la piel, ya había algo de raro en ello. No sabía que se trataba de una muda de piel. No sabía lo que era mudar la piel. Llamé a mis padres y fueron a verme, envueltos en un sueño profundo.
La segunda vez que ocurrió, estaban todos absortos, habían asuntos mucho más serios que tratar. No le prestaron mucha atención a mi muda. Tenía un recuerdo de infancia que ahora ya no importaba. Limpié los restos, porque eso era lo que tocaba hacer.
La tercera vez que mudé la piel, lo hice suavemente. Fue silencioso. El momento definitivo había llegado. Los otros ya no importaban. La piel desechada se marchitó como si no quisiera retirarse del todo. Vi como varios gusanos rojos y finos devoraban la piel de manera salvaje. Intentaban convencerla de alguna manera para que se quedara. Pero si se quedaba, no disfrutaría de su compañía. Esta muda, me dije, acabaría mal.
El tren
Fue mi desgracia haber nacido dentro de una mina. Allí pasé mi juventud y allí crecí. Nadie lo sabía y nadie me invitó a visitarlo. No sabían de mí, no me pedían que subiera a entretenerlos.
A veces pasaban trenes por encima de la mina. Cuando el tren aún estaba lejos, sentía vibrar ligeramente las paredes altas de la mina; cuando el tren se acercaba, las vibraciones se hacían más fuertes, y cuando el tren pasaba, unos trocitos de granito del techo caían encima de mi cabeza. Era tan rápido el tren que pasaba y tan lentos mis movimientos dentro de la mina...
Un día subí a ver al mundo y la luz del día. Junto a la negra vía del tren observé maleza aplastada.
Ya que en ningún lugar existe un humano que no haya soñado—al menos una vez en su vida—, en general es reconocido que se necesita la literatura. Pero esto no es ni una justificación de la literatura, ni prueba de su existencia. Lo mismo se puede decir de Dios.
La maestra de preescolar
¡Mírenme todos!, dijo la maestra de preescolar. Hasta ahora, han cumplido bien todas sus tareas, pero si una toalla cae, si una mosca cruza la sala, tendrán que empezar de nuevo. Una mosca y una toalla, y todo tendrá que volver a moverse exactamente como antes. Hasta el último detalle. Tendrán que renacer y todo comenzará de nuevo.
Un recuerdo
La primera vez que mudé la piel, ya había algo de raro en ello. No sabía que se trataba de una muda de piel. No sabía lo que era mudar la piel. Llamé a mis padres y fueron a verme, envueltos en un sueño profundo.
La segunda vez que ocurrió, estaban todos absortos, habían asuntos mucho más serios que tratar. No le prestaron mucha atención a mi muda. Tenía un recuerdo de infancia que ahora ya no importaba. Limpié los restos, porque eso era lo que tocaba hacer.
La tercera vez que mudé la piel, lo hice suavemente. Fue silencioso. El momento definitivo había llegado. Los otros ya no importaban. La piel desechada se marchitó como si no quisiera retirarse del todo. Vi como varios gusanos rojos y finos devoraban la piel de manera salvaje. Intentaban convencerla de alguna manera para que se quedara. Pero si se quedaba, no disfrutaría de su compañía. Esta muda, me dije, acabaría mal.
El tren
Fue mi desgracia haber nacido dentro de una mina. Allí pasé mi juventud y allí crecí. Nadie lo sabía y nadie me invitó a visitarlo. No sabían de mí, no me pedían que subiera a entretenerlos.
A veces pasaban trenes por encima de la mina. Cuando el tren aún estaba lejos, sentía vibrar ligeramente las paredes altas de la mina; cuando el tren se acercaba, las vibraciones se hacían más fuertes, y cuando el tren pasaba, unos trocitos de granito del techo caían encima de mi cabeza. Era tan rápido el tren que pasaba y tan lentos mis movimientos dentro de la mina...
Un día subí a ver al mundo y la luz del día. Junto a la negra vía del tren observé maleza aplastada.
Used by permission of Sylph Editions. Stalin Is Dead will be out in stores in November 2013.
Click here to read Mona Gainer-Salim on Rachel Shihor, also published in the Jul 2013 issue.