Il dolore dei giorni che verranno
Già pesa sola tua ossatura fragile.
—Attilio Bertolucci
ÉL: ser levemente deforme.
HOMBRE
JOVEN
INFANTE
MADRE: joven y bella.
MUJER
SEÑORA
CASERA
PROSTITUTA
NIÑA
ÉL espacio no importa, ya que los personajes se podrán desenvolver por todo el escenario existente, sin embargo habrá una plaza, los mismos personajes con sus movimientos la crearán, no la escenografía.
Todos están congelados formando un círculo donde rodean a ÉL, quien está desnudo encima de un cajón de bolear.
ÉL empieza a hablar, sin embargo no se le escucha, todos caminan de un lado a otro, cuchichean entre ellos y sólo se ve el movimiento de sus labios (los diálogos y movimientos serán los mismos de la escena x, que aparece casi al final de la obra. Sin embargo los personajes no salen. Los parlamentos se entenderán claramente hasta llegar a esa escena.) Al poco tiempo se quedan inmóviles rodeando a ÉL.
La CASERA sale del círculo y se coloca en un extremo del escenario donde está dispuesta una mesa con comida. Mientras ocurren los siguientes diálogos, ÉL empieza a vestirse, se pone un pantalón y una camisa blanca, una vez que lo haga se bajará del cajón y se quedará paralizado.
CASERA: ya van a llegar, cómo tardan. No las esperaré por mucho tiempo, parece que no les he enseñando puntualidad. Si su padre era tan puntual no sé por qué ellas no lo heredaron. Ojalá que no vengan con sus hijos. (empieza a esconder cosas.) Espero que no vayan a romper algún plato. Se creen que, como ellas me regalan todo, tengo que per- mitir que su pablito o su sergito lo destruyan. Ya no las esperaré más, se enfría la comida. (come.)
La NIÑA y el NIÑO se salen del círculo y empiezan a jugar a la pelota. La NIÑA se acerca a la CASERA y la invita a jugar. Ella la rechaza. Los NIÑOS siguen jugando.
CASERA: lárguense, déjenme sola. ¡cómo hacen ruido!
La pelota golpea en la cabeza a la CASERA, ella se molesta y la toma.
NIÑO: déme mi pelota.
CASERA: lo que entra aquí, se queda aquí.
NIÑA: por favor, señora, es con lo único que podemos jugar.
CASERA: no me importa, ¿por qué no tienen respeto?
(sigue comiendo.)
NIÑO: si no me da mi pelota le irá mal.
NIÑA (al NIÑO): cállate. Señora, no sea malita, aviente la pelota.
CASERA: no les daré nada.
NIÑO: vieja amargada.
NIÑA: (al NIÑO): ¿y ahora? Yo no quiero jugar a lo de siempre.
NIÑO: primero dices eso y después eres la que empieza.
NIÑA: no quiero.
NIÑO: yo sí quiero, ven.
El NIÑO le jala la ropa a la NIÑA, intenta levantarle la falda, forcejean un rato, ella se siente avergonzada y se coloca en el círculo, se paraliza. El NIÑO también lo hace.
La PROSTITUTA sale del círculo y se para en una esquina, como en espera de alguien. ÉL se encuentra con la CASERA. Todos los demás personajes seguirán paralizados mientras ocurre lo siguiente.
ÉL: ya la extrañaba.
CASERA: he tenido muchas cosas que hacer, ya sabes que mis nietos vienen los fines de semana.
ÉL: tanto habla de ellos que tengo mucha curiosidad por conocerlos.
CASERA: cuando haya oportunidad. ¿ya viste a la mujer de la esquina?
ÉL: siempre la veo, llega a la misma hora, pero nunca tiene cliente.
CASERA: yo me compadezco de gente como ella, pobrecilla.
ÉL: usted le tiene lástima, no se compadece.
CASERA: me da igual.
ÉL: la lástima no ayuda a nadie, la compasión sí.
CASERA: como sea, solo vine a decirte que ayer se venció la renta y ya sabes que yo vivo de eso.
ÉL: ¿sí? Pensé que sus hijas le ayudaban.
CASERA: yo soy quien las ayuda a ellas, sus maridos no les dan ni un peso y a veces se les enferman los niños. Menos mal que tienen a su madre, que aunque vieja, todavía puede echarles una mano.
ÉL: hace bien. (le da dinero.) Aquí está, ayer fui a entregárselo pero no la encontré.
CASERA: mis hijas me llevaron al cine.
ÉL: lo supuse.
CASERA: me voy, que no tardan en llegar.
La CASERA se acerca a la PROSTITUTA, la toma de la mano y juntas se colocan de nuevo en el círculo.
ÉL: me gusta creer que todos decimos la verdad. ¿qué es la verdad? Nadie lo sabe pero todos la perseguimos . . . (ya no se oye lo que habla.)
Se escuchan unos gritos. Son de la PROSTITUTA y la CASERA, sin embargo ellas están paralizadas y su dialogo es en off.
CASERA: eres una estúpida.
PROSTITUTA: por favor, señora, ya no me pegue, déjeme en paz.
Oscuro.
ÉL esta parado en medio del escenario, de nuevo desnudo sobre un cajón de bolear. Todos los rodean. Sólo se escucha lo que habla ÉL, los otros personajes siguen hablando pero no se les oye, parece que sólo hacen mímica. (repetirán esa escena x sin salir del acto.)
ÉL:
Su mirada me seguía,
Era una persecución,
Corrí, caminé, tropecé,
La mirada era terca, su finalidad,
Apabullarrne, hundirme, aplastarme.
Me cansé de la cacería, me rendí.
La mirada perforó mi cuerpo,
Sentí que no quería dañarme,
Sólo me necesitaba para que la llevara
A ese lugar a donde pertenece.
Ustedes eran los espectadores,
Vituperaban, maldecían y lanzaban fuego,
Bolas incandescentes que me señalaban
Como el último de los mortales.
Nací diferente, cierto es,
He sido comparado con un monstruo,
Asusto incluso a la noche,
Recibo escupitajos y coloco mi cabeza entre las
Rodillas.
¿acaso el cuervo deja de ser bello porque se
Come el maíz?
El cuervo toma su vuelo y busca el alimento, así yo,
La mejor forma de nutrirme es ofreciendo mi alma.
No son ustedes los que me han arrojado a este
Camino,
Sé que yo lo he elegido, es complicado.
Ahora que los veo ante mí,
Un miedo me invade,
Los miro y creo que no me ven,
Les hablo y sé que no me escuchan . . .
Mis palabras absurdas, sin sentido,
Serán un eco que no podrán sosegar.
Vean, así soy y soy feliz por ello.
Aunque mis rodillas tiemblen al verlos,
Puedo sentir que ese temblor me viene del
Recuerdo.
¿no les ha bastado tratarme como a un animal?
Constantemente se burlan en mi cara,
La mejor forma de pagarles el desprecio es
Con mi presencia,
Suficiente para mostrarles la verdad.
Eso es, aquí estoy, véanme,
Que no les dé miedo,
Yo ya me he rendido,
Soy lo que soy.
Entre las personas descubrimos que está la PROSTITUTA, camina alrededor de ÉL, después se para cerca del JOVEN. Los demás personajes se paralizan formando de nuevo el círculo, sólo hablan la PROSTITUTA y el JOVEN. ÉL empieza a vestirse de blanco y posteriormente se queda paralizado.
JOVEN: no te acerques, por favor.
PROSTITUTA: no me tengas miedo.
JOVEN: esta vez no quiero lastimarte.
PROSTITUTA: qué más da otra vez.
JOVEN: ¿estás segura?
PROSTITUTA: ven, yo te puedo proteger.
JOVEN: a mí nadie me protege, sólo vengo para que me des lo que necesito, te pedí que no te enamoraras de mí y ya ves. Eres tan tonta.
PROSTITUTA: no me parece una tontería.
JOVEN: no me puedes amar, no valgo nada. No sé lo que quiero, voy por el mundo sin ninguna finalidad.
PROSTITUTA: a quién le importa eso, yo sólo sé que tú me has enseñado a ver la vida diferente. Ya no soy un animal al que todos pueden usar . . . Y ahora . . . Te alejas de mí. No se puede vivir así, creyendo que regresaré a ser la misma de antes.
JOVEN: yo nunca te he querido y no te he engañado, todo esto empezó por tu terquedad, por tu necesidad de tener a alguien cerca de ti, pero no creo ser el indicado para esa tarea.
PROSTITUTA: ¿por qué cambiaste tanto?
JOVEN: no cambié, soy el mismo que te golpea cada vez que se le ocurre.
PROSTITUTA: entonces dame una solución ¿dime dónde puedo encontrar a otra persona?
JOVEN: donde me encontraste a mí.
PROSTITUTA: yo no te encontré en ningún lado, tú fuiste el que me buscó, tú siempre eres el que me busca. Entonces déjame tranquila.
JOVEN: eso intento.
PROSTITUTA: ¿qué puedo hacer para que no te vayas?
JOVEN: nada, por favor evítame la pena de que te humille, no quiero, ya no deseo lastimarte.
PROSTITUTA: ya entendí, ya entendí. (parece que enloquece.) Lárgate, no te acerques, vete, vete, nunca me busques.
JOVEN: no puedo dejar de hacerlo.
PROSTITUTA: lárgate.
JOVEN: (se coloca en el círculo y se paraliza.)
Él se baja del cajón para bolear y lo toma. La PROSTITUTA se le abalanza y lo abraza, ÉL se agacha y le ve los zapatos.
ÉL: sus zapatos están muy sucios (empieza a limpiar la zapatillas de la PROSTITUTA.)
PROSTITUTA: ¿de qué me sirven unos zapatos limpios?
ÉL: en los zapatos se refleja lo que somos, hablan de lo que es cada quien.
PROSTITUTA: y qué dicen éstos.
ÉL: están cansados. Han caminado mucho.
PROSTITUTA: debería comprarme unos nuevos, pero de dónde los saco.
ÉL: usted sabrá. Hay que trabajar para eso, pero para obtenerlo se necesita sudar.
PROSTITUTA: ¿y crees que yo no sudo?
ÉL: yo sólo creo que lo que usted hace es un trabajo muy fácil.
PROSTITUTA: no sabes lo que dices, idiota. ¿crees que es fácil entregarse a los hombres que no amas?
ÉL: creo que no, pero usted se ve tan bonita y tan inteligente que podría hacer otras cosas.
PROSTITUTA: no sirvo para nada.
ÉL: algunas veces la veo por mucho rato y me doy cuenta de que es una buena persona.
PROSTITUTA: ¿tú crees?
ÉL: claro, pero quien lo tiene que creer es usted.
PROSTITUTA: nunca podría creer eso de mí, lo que pasa es que no me has visto bien, estoy vieja y jodida, ya nadie quiere estar conmigo.
ÉL: usted puede estar sola.
PROSTITUTA: toda mi vida he estado sola, ya no quiero estarlo; con tal de sentirme acompañada, estaría dispuesta a todo. ¿tú podrías hacerme compañía?
ÉL (nervioso): yo, yo no, señorita, yo no sirvo para eso, ¿qué no me ve cómo estoy?
PROSTITUTA: eso no importa, yo te veo sólo como un hombre.
ÉL: nunca me perdonaría que alguien como usted estuviera a mi lado. Yo nací para caminar por el mundo, para estar solo. Sé que a todos les doy asco.
PROSTITUTA: a mí no, quédate conmigo. (lo abraza.)
La PROSTITUTA intenta darle un beso a ÉL, pero sus labios sólo manchan
La camisa blanca.
ÉL: me ha ensuciado, no se ha dado cuenta de eso. Déjeme, váyase.
PROSTITUTA: no te vayas.
ÉL: ya limpié sus zapatos ¿no le han enseñado a dar las gracias? ¿qué pensaría su madre si la viera rogarle a un adefesio como yo?
La PROSTITUTA se siente avergonzada, se pone a llorar, la NIÑA sale del círculo y se acerca a ella. ÉL se coloca en medio del círculo y empieza a desvestirse, mientras lo hace ocurrirán los siguientes diálogos, después, se queda paralizado.
NIÑA: ¿me puedes dar algo de comer?
PROSTITUTA: no tengo. (se seca las lágrimas.)
NIÑA: ¿para qué lloras?
PROSTITUTA: no estoy llorando.
NIÑA: de nada sirve llorar, de cualquier forma todo sigue igual.
PROSTITUTA: estas muy chiquita para hablar así.
NIÑA: la edad es lo de menos, puedo conocer lo mismo que tú.
PROSTITUTA: no lo creo. Yo sé más de lo que te imaginas, niña.
NIÑA: yo no soy una niña.
PROSTITUTA: seguramente ya te hicieron lo que a todas, pero eres una niña.
La NIÑA se acerca a la mesa donde ahora está un maletín con pinturas para maquillar y un espejo.
NIÑA: ¿me puedes pintar como tú?
PROSTITUTA: como quieras. (se acerca a la NIÑA y empieza a maquillarla.)
NIÑA: antes no me gustaba jugar a eso, me dolía, pero después empecé a sentir unas cosquillas por todos lados que eran como burbujas en mi cuerpo. Ahora me gusta jugar a eso, pero sé que es algo malo. Algunas veces sueño que se me aparece un hada y me dice que no debo hacerlo, pero lo hago.
PROSTITUTA: así pasa, primero sufrimos y después lo buscamos. Es natural.
NIÑA: ¿crees que ya puedo ganar dinero como tú?
PROSTITUTA: podría ser, pero es mejor que te esperes, porque luego esas burbujas se te convertirán en navajas.
NIÑA: no entiendo.
PROSTITUTA: te querrás morir.
NIÑA: ¿morir?
PROSTITUTA: sí, morir. (toma el espejo y lo estrella en la mesa, agarra uno de los fragmentos y simula que se cortará las muñecas.) De cualquier forma nadie te va a recordar.
NIÑA: ¿de qué hablas? No te entiendo.
PROSTITUTA: de nada. (deja el vidrio y sigue maquillando a la NIÑA.)
La NIÑA se fija en una pulsera que trae la PROSTITUTA.
NIÑA: qué bonita tu pulsera.
PROSTITUTA: me la dio un amigo.
NIÑA: ¿me la regalas?
PROSTITUTA: no.
NIÑA: por favor, regálamela.
PROSTITUTA: no puedo, no quiero dártela.
La NIÑA jala la pulsera. Y la rompe, corre con ella en las manos, se coloca en el círculo y queda paralizada. La PROSTITUTA empieza a llorar. Oscuro.
De nuevo ÉL está arriba de su cajón, desnudo, en la postura y la condición anterior. Los mismos lo observan y hablan, pero no se les escucha (se les escuchará en la escena x. Los movimientos siguen siendo los mismos y continuarán dentro del espacio). La PROSTITUTA es la única que lo escucha con atención.
ÉL:
La mirada me dejó descansar . . .
Hay ratos donde no percibo, no pienso, no busco,
Me siento en una silla y veo por la ventana,
Todos pasan, llevan prisa, siempre llevan prisa
Y mientras ustedes corren
Una mosca se detiene en mi dedo,
Presto atención a sus pequeñas patitas frotándose,
Observo que acaba de comer,
Tal vez el pollo que descansa en el plato.
Me ve a los ojos,
Pregunta cómo me fue el día de hoy
El día es igual a todos, le digo,
La mosca responde que no,
Porque ese día la he conocido a ella.
Un temblor me sacude al escuchar a la pequeña
Mosca.
De nuevo me asomo a la ventana, los veo,
Algunos levantan la cara, observan,
Sonrío y bajan su rostro.
Al voltear de nuevo a mi dedo,
La mosca ya no está, se ha ido.
Pienso que de no haber volteado,
Seguiría platicando con ella.
¿cómo perderme de cosas tan bellas?
Me turba olvidar que lo pequeño también
Tiene un espacio.
Me da pavor enfrentarme a mi sombra,
Tengo temor de volver al deseo,
Quiero perecer en el intento,
Quiero aplacar todas las voces,
Ya no hablen, que ensordecen,
Extingan el murmullo y el silencio,
No me manden al pasado.
Figura desgarrante en la penumbra
¿qué me dices?
No te escucho,
Grita, habla más fuerte,
Que explote mi tímpano.
No, mejor calla.
Ya no hables.
No me digas.
Sssssssssss.
Duerme.
Duerme . . .
El HOMBRE se acerca a ÉL.
HOMBRE: ya no sigas, cállate. (se tapa los oídos.)
ÉL: no me voy a callar, ya no puedo, estas palabras me ahogan y deben salir.
HOMBRE: no necesitas hablar y pregonar, hazlo si es que puedes.
ÉL: lo que digo es porque ya lo hice.
HOMBRE: eres un pobre loco.
ÉL: ¿tú me dices loco? Cuando permites que ella te manipule. Todavía te lleva de la mano, tú eres el que no ha hecho nada, sigues igual, siempre has sido igual.
HOMBRE: ya cállate, que no entiendes que tus palabras entran y retumban en mis oídos, son como un eco que me persigue.
ÉL: no me callo, ya no me voy a callar, escúchame, es lo mejor que puedes hacer, porque si no lo haces, seguirás igual de pusilánime.
HOMBRE: (se tapa los oídos.)
ÉL: ella te dirá que no la dejes sola, por favor escúchame. Ella no es el mundo. No es mi mundo.
El HOMBRE empieza a gritar para apagar las palabras de ÉL, pero ÉL no deja de hablar.
ÉL: dile que me viste, dile que ya no la amo . . . (se queda paralizado al igual que los demás personajes.)
El HOMBRE deja de taparse los oídos cuando ve que sale la SEÑORA, ambos se dirigen a la mesa y empiezan a comer.
SEÑORA: ¿qué?
HOMBRE: nada, no hablé.
SEÑORA: te conozco, algo te pasa.
HOMBRE: no me pasa nada, no me fastidies, crees que todo lo sabes, pero no, no sabes nada, déjame tranquilo.
SEÑORA: llegaste muy extraño, seguramente algo te pasó en la calle y no me quieres decir.
HOMBRE: por qué crees que adivinas todo? No me pasó nada, fue un día normal, pero . . .
SEÑORA: pero qué, algo te hicieron, ¿verdad?
HOMBRE: nada, no me hicieron nada, sólo iba caminando por esa calle que me dijiste y me encontré con mucha gente, un hombre decía cosas que no entendí, después todo me dio vueltas y me tuve que venir.
SEÑORA: un día de éstos ya no vas a saber cómo regresar.
HOMBRE: son exactamente 1243 pasos para llegar a casa, pero ya no quiero caminar por esa calle, no quiero verte, no quiero hablar contigo.
SEÑORA: ¿qué dices?
HOMBRE: nada.
SEÑORA: ya no llegues tarde.
HOMBRE: no lo volveré a hacer.
El HOMBRE y la SEÑORA siguen comiendo.
SEÑORA: ¿qué?
HOMBRE: nada, no he dicho nada.
SEÑORA: es mejor comer en silencio.
HOMBRE: claro.
SEÑORA: ¿qué?
HOMBRE: no hablé.
SEÑORA: algo traes y no me lo quieres decir.
HOMBRE: (sigue comiendo.)
Del círculo salen ÉL y la CASERA y se sientan en el otro extremo de la mesa. El HOMBRE y la SEÑORA siguen comiendo.
CASERA: ¿te gustó la comida que te dejé?
ÉL: sí, gracias, ya sabe que el pollo me gusta mucho.
CASERA: por eso te lo hago, pero hay días que vengo y la comida sigue ahí, pues adónde te vas.
ÉL: camino, camino por toda la ciudad, veo todas las cosas, pero después me pierdo y no sé cómo regresar, espero el día para ver las calles de nuevo.
CASERA: trabajas mucho, un día puedes reventar, eres muy inteligente, podrías dedicarte a cosas más sencillas, una oficina por ejemplo, ahí te la vas a pasar sentadito.
ÉL: me gusta lo que hago.
CASERA: bolear zapatos no es un trabajo muy decente, además yo no sé cómo le haces para sacar dinero.
ÉL: ahorro, además creo que mi trabajo es tan decente como el de cualquier oficinista. Bolear zapatos no es sencillo, es un arte. Primero se ven detenidamente los zapatos, después se tienen que tocar para verificar el tipo de piel, observas el polvo y la mugre que tienen pegada, se pueden adivinar fácilmente los caminos que han pisado, las alegrías que han vivido y las veces que han sido maltratados. Aplicas lentamente la grasa, la vas pegando poco a poco a la piel, luego el lustre, se tiene que sacar brillo, pero no es un brillo abrupto, es un brillo tenue que se va transformando en luz, después esa luz puede cegar . . . Y listo, dejas el zapato con vida otra vez, preparado para que tome nue- vos caminos y viva cosas diferentes. Si llegan de nuevo a mis manos es señal de que les gustó cómo los traté, es como resucitar a alguien.
CASERA: mmmm, pues dirás lo que quieras, pero yo no vería bien que un hijo mío anduviera limpiándole los zapatos a los demás y menos si fuera como tú . . . Tan inteligente.
ÉL: sé que puedo hacer otras cosas, pero eso me gusta, bueno, también leer, leo mucho.
CASERA: ya lo creo, ¿y qué te gusta leer?
ÉL: de todo, aunque a mi madre sólo le gustaba que leyera filosofía, decía que las novelas y el teatro sólo le meten ideas absurdas a la gente.
La SEÑORA se levanta, el HOMBRE la sigue, ambos se colocan en el círculo y quedan paralizados. Ahora la MADRE y el INFANTE son los que se salen del círculo. ÉL y la CASERA se quedan viendo como espectadores.
INFANTE: ya leí lo que me pediste.
MADRE: muy bien, entonces dime qué es el alma.
INFANTE: el término alma viene del latín ánima, de la misma raíz que el griego ánemos, viento. El concepto de alma puede tener el mismo significar que spiritus, que en griego es psikhé, soplo, aliento, vida. Se entiende por lo común que el alma es el principio vital del cuerpo o el principio inmaterial que se considera origen de la vida material, de la sensibilidad y del psiquismo del hombre. A veces se da este nombre a la mente humana o también se le llama espíritu.
MADRE: ¿entonces para ti eso es el alma?
INFANTE: eso es lo que leí.
MADRE: pero, ¿qué es para ti el alma?
INFANTE: ya te lo dije.
MADRE: esta bien, te lo memorizaste a la perfección, pero eso no me dice qué es lo que tú crees acerca del alma, eso me dice lo que piensa otra persona.
INFANTE: bueno, yo creo que el alma es como un ser invisible que vive dentro de nosotros, es lo que me hace a mí diferente de ti, mi alma se puede ir al cielo si soy bueno, y al infierno si soy malo.
MADRE: de dónde sacaste esas tonterías, el cielo y el infierno no existen y te lo he dicho muchas veces, solo existe la gente mala y la gente buena, pero eso lo aprenden en el mundo, no en otra parte.
INFANTE: está bien, mami, como tú digas.
MADRE: no, mi amor, no es tampoco como yo diga. Me gusta que creas que el alma es un ser invisible que vive dentro de todos, porque eso es algo que tú piensas, pero el cielo y el infierno son invenciones del hombre.
INFANTE: está bien, ya te entendí. Ahora, ¿puedo salir un rato al balcón?
MADRE: no, ya sabes que la gente pasa y se burla de ti.
INFANTE: a mí no me importa, no les hago caso, solo tengo ganas de ver cómo se mete el sol poco a poco.
MADRE: puedes verlo por la ventana, sin salir al balcón.
INFANTE: no es lo mismo.
MADRE: es lo mismo si tú lo quieres, recuerda que todo está en la cabeza.
INFANTE: lo sé, entonces llévame a caminar.
MADRE: ya entendí, lo que quieres es salir.
INFANTE: por favor.
MADRE: está bien.
La MADRE toma la mano del INFANTE. Caminan entre los demás personajes, que permanecen inmóviles. ÉL y la CASERA observan.
MADRE: no voltees, la mirada siempre al frente.
INFANTE: sí.
MADRE: no me sueltes la mano.
INFANTE: está bien.
MADRE: no los veas, haz como si no existieran, solo estamos tú y yo.
INFANTE: claro.
ÉL toma de la mano al INFANTE.
MADRE: camina despacio.
ÉL: siempre lo hago.
INFANTE: sí, mamá.
MADRE: por ahí no.
ÉL: como tú digas.
MADRE: ¡cuidado con esa piedra!
INFANTE: creo que mejor nos regresamos a casa.
MADRE: sí, es lo mejor.
La MADRE y el INFANTE entran al círculo) y se congelan.
Oscuro.