GUSTAVE
MARIE
IX
MARIE:- Luego del funeral de su padre, Samuel se exilió un par de días en Londres antes de regresar a París. Por esos días Gustave salió del departamento con una máquina de escribir bajo el brazo.
GUSTAVE:- Necesitaba tener Godot conmigo. Volví a su departamento para transcribirla. Ahora podía leerla cada noche para dormir tranquilo. Y podía memorizarla por si llegaba a perderse.
X
MARIE:- ¿De qué trata?
GUSTAVE:- Bueno hay... dos hombres. Esperando a alguien que nunca llega.
(Silencio)
MARIE:- ¿Eso es todo?
GUSTAVE:- Bueno, sí, pero ellos están debajo de un sauce llorón, ¿sabes?
MARIE:- ¿Un sauce llorón?
GUSTAVE:- Muy desolador, deshojado.
MARIE:- ¿Esperando a alguien?
GUSTAVE:- Que nunca llega.
MARIE:- ...
GUSTAVE:- ¡Tendrías que leerla, Marie! Es tan... (Se apoya con las manos) Tan...
(No encuentra el término) ¿No te angustiaría suponer que estás esperando a alguien que puede no llegar?
MARIE:- No.
GUSTAVE:- ¿No?
MARIE:- Vamos, dejaría de esperarlo.
GUSTAVE:- ¡Mierda, Marie, haz un esfuercito mental!
MARIE:- ¿Quién espera a alguien que no va a venir? Hay que ser estúpidos.
GUSTAVE:- ¡Es una metáfora, Marie! Una metáfora de... de... ¡todo esto! ¿Comprendes? A fin de cuentas, si reflexionas un poco, la vida no es sino esperar.
MARIE:- ¿Qué?
GUSTAVE:- La muerte, Marie. Qué otra cosa. Siempre es cuestión de... ¡Mierda! ¡Mierda!
MARIE: Tomó su abrigo y salió repitiendo: mierda, mierda. A dónde vas, le pregunté desde la ventana, pero él ya iba a media calle, repitiendo...
GUSTAVE:- ¡Mierda, mierda! El título estaba inconcluso. Regresé a su habitación para hacer los ajustes necesarios.
MARIE:- ¿Esperando a Godot?
GUSTAVE:- Godot no bastaba.
MARIE:- Notará el cambio.
GUSTAVE:- Lo encontrará favorable y dejará de buscarle una explicación. Además imité su letra a detalle.
(Silencio)
MARIE:- Regresó esta mañana.
GUSTAVE:- ¿De Londres?
MARIE:- Tal vez después de que dejaras su departamento.
(Pausa)
GUSTAVE:- Bien. (Pausa) Bien. Pues qué remedio, un habitante más para París. No debemos darle tanta importancia.
MARIE:- No.
GUSTAVE:- Me voy a dormir.
MARIE:- Es medio día.
GUSTAVE:- ¡Pues tengo sueño en medio día!
MARIE:- No salió de su cuarto hasta media noche, sólo para repetir que en verdad no tenía mucha importancia que Samuel hubiera regresado. Luego volvió a encerrarse. (Pausa) Jamás hubiéramos imaginado lo que ocurriría esa madrugada.
XI
MARIE:- ¡Gustave! (Pausa) ¡Despierta, Gustave!
GUSTAVE:- ¿Qué pasa?
MARIE:- Intentaron matarlo.
GUSTAVE:- ¿Qué?
MARIE:- Lo apuñalaron en un muelle del Sena.
GUSTAVE:- ¿Está muerto?
MARIE:- No.
GUSTAVE:- ¿Dónde está?
MARIE:- Cerca, en el hospital de las macetas rojas.
GUSTAVE:- ¿Quién lo hizo?
MARIE:- Un vagabundo.
GUSTAVE:- ¿Lo aprehendieron?
MARIE:- Creo que sí.
GUSTAVE:- ¿Crees?
MARIE:- Vístete, tienes que ir a verlo.
GUSTAVE:- Debí prestar atención, Marie. Debí adivinar que pasaría algo así.
MARIE:- No podías saberlo.
GUSTAVE:- Es mi culpa, Marie.
MARIE:- No lo es.
GUSTAVE:- Debí protegerlo.
MARIE:- No te correspondía.
GUSTAVE:- ¡Mierda, mierda, mierda!
(Se abofetea el rostro. Marie lo detiene)
MARIE:- Date prisa.
GUSTAVE:- Bien.
MARIE:- Ofrécele tu ayuda.
GUSTAVE:- Sí.
MARIE:- Pero apenas después de que se había marchado, lo vi de regreso desde la ventana. Venía arrastrando un ramo de flores.
GUSTAVE:- Jodidos irlandeses.
MARIE:- ¿Cómo está?
GUSTAVE:- Tiene un pulmón perforado.
MARIE:- ¿Aceptó tu ayuda?
GUSTAVE:- El señor Joyce ya se había hecho cargo. (Pausa) Y había alguien más ahí. Una mujer.
MARIE:- ¿Una enfermera?
GUSTAVE:- Suzane. Él la llamaba Suzane, con cierta... afabilidad.
MARIE:- Tal vez sólo sea un pariente.
GUSTAVE:- Tal vez.
XII
GUSTAVE:- Me parece que ya pasaron demasiado tiempo juntos.
MARIE:- Es atractiva.
GUSTAVE:- ¿Tú crees?
MARIE:- Sí.
GUSTAVE:- Quizá lo sea, un poco, pero Lucia, a pesar de que... bueno, sus ojos están... ¡No me obligues a
decirlo!
MARIE:- Nos mudamos al cuarto piso de un edificio cerca de la casa de Samuel, a donde entonces se había mudado Suzane. Podíamos verlos por encima de un par de tejados.
GUSTAVE:- ¿Tosió?
MARIE:- No lo sé.
GUSTAVE:- Es su pulmón, Marie. No sanó del todo. Creo que debe volver al hospital.
MARIE:- ¿Crees?
GUSTAVE:- ¡Volvió a toser! ¿Qué hago, Marie?
MARIE:- ¿Tú?
GUSTAVE:- Esa mujer no hace otra cosa que tocar el piano. (Pausa) ¿Qué está haciendo? (Toma su sombrero
del perchero)
MARIE:- ¿A dónde vas?
GUSTAVE:- Salió. (Sale)
MARIE:- Comenzó a seguirlo a todas partes. Pronto nos mudamos al mismo edificio que ellos, un piso arriba. Cuando ellos no estaban, Gustave aprovechaba para hacer pequeños orificios en su techo.
GUSTAVE:- (Tendido con una oreja pegada al suelo) ¡Dos estornudos más que ayer! Es ese jodido piano polvoriento, Marie. Bajaré a limpiarlo esta noche.
MARIE:- Contaba los estornudos. Las veces que iba al baño. Las veces que...
GUSTAVE:- ¡Lasciva insaciable! ¿Quiere matarlo? De no ser porque aceité la cama, Marie, no tendría que pegarme al suelo para escucharlos.
MARIE:- Hasta que una mañana apareció en los diarios una noticia que debía preocuparnos más que la salud de Samuel.
XIII
MARIE:- Estoy angustiada, Gustave.
GUSTAVE:- ¿Se trata de Sam?
MARIE:- Mira. (Le entrega un periódico)
GUSTAVE:- ¿Qué?
MARIE:- Los alemanes invadieron Polonia.
GUSTAVE:- ¿Qué tiene esto que ver con Sam?
MARIE:- Habrá otra Guerra, Gustave. Lo sé.
GUSTAVE:- ¿De qué estás hablando?
MARIE:- Los británicos declararán la guerra, y entonces nosotros tendremos que hacer lo mismo.
GUSTAVE:- ¡Por amor del cielo, Marie, deja de presagiar calamidades! Se trata de un hecho sin importancia, no habrá tal guerra.
MARIE:- ¿Lo prometes?
GUSTAVE:- Por tu madre. ¿Cuántos estornudos esta vez?
MARIE:- Ninguno.
GUSTAVE:- Bien. Cenemos. (Pausa) ¡Una guerra! Eres siniestra, Marie.
XIV
GUSTAVE:- ¡Lo leíste en algún lado!
MARIE:- No.
GUSTAVE:- ¡Mentirosa! ¿Cómo pudiste adivinar que habría guerra?
MARIE:- Fue una corazonada.
GUSTAVE:- ¡Un pálpito! Vaya.
MARIE:- ¿Qué vamos a hacer?
GUSTAVE:- Permanecer aquí, tengo un certificado médico por mi miopía. No seré requerido por el ejército.
MARIE:- ¿Y yo?
GUSTAVE:- No lo sé. Ya te vendrá una corazonada. (Pausa) Samuel se marchó a Irlanda, al menos por él no debo preocuparme.
MARIE:- Pero un general que hacía no sé qué en Londres convocó a todos los ciudadanos franceses a unirse a la Resistencia para continuar la guerra. Samuel debió escucharlo.
GUSTAVE:- ¡Ni siquiera es francés, Marie! ¿Por qué diablos regresó?
MARIE:- "La guerra tiene una finalidad y un motivo, y todos los ciudadanos franceses..."
GUSTAVE:- ¿Memorizaste el discurso?
MARIE:- Una parte. Pensé que te impresionaría.
GUSTAVE:- Sí, Marie, un discurso edificante.
MARIE:- ¿Verdad que sí?
GUSTAVE:-...
MARIE:- La célula de Samuel fue delatada. Él y Suzane lograron escapar de su departamento apenas unas horas antes de que la Gestapo lo ocupara. Esa noche los encontramos recostados en la banca de un parque. Gustave fingió no verlos.
XV
MARIE:- ¿Gustave?
GUSTAVE:- ¿Sí?
MARIE:- ¿Eran ellos?
(Pausa)
GUSTAVE:- ¿Ellos?
MARIE:- Samuel y Suzane. En el parque.
GUSTAVE:- No lo creo.
(Silencio)
MARIE:- Es que me parece que eran ellos. Estoy segura.
GUSTAVE:- ¿Sí?
MARIE:- Deberíamos ayudarlos.
GUSTAVE:- ¿Qué sugieres?
MARIE:- No lo sé.
(Piensan)
GUSTAVE:- Está bien, dame tu abrigo.
MARIE:- ¿Qué?
GUSTAVE:- Voy a darles tu abrigo.
MARIE:- ¡No!
GUSTAVE:- ¡Entonces se morirán de frío!
MARIE:- Pensaba en otra clase de ayuda.
GUSTAVE:- ...
MARIE:- Invítalos a dormir aquí.
GUSTAVE:- Ni siquiera nos conocen.
MARIE:- Es la ocasión para que lo hagan.
GUSTAVE:- Prefiero darles tu abrigo.
MARIE:- No.
GUSTAVE:- ¡Tu maldito abrigo!
MARIE:- ¡Que no!
GUSTAVE:- ¡Inhumana!
MARIE:- Preparó riñón de cerdo y tostó un par de hogazas. Con mi abrigo bajo el brazo y una canasta de comida, se dirigió hacia el parque a media noche.
GUSTAVE:- Sentí pena por ellos. Samuel y Suzane durmiendo en una banca, como dos vagabundos desamparados. (Pausa) Hubiera sido desalmado no llevarlos a la casa. (Pausa) Pero entonces ocurrió un milagro. Una lágrima recorrió su mejilla hasta oscilar en su mentón. El inmundo irlandés estaba llorando, apretado en una banca de parque con su mujer recostada en sus rodillas. (Pausa) Encima del mío, me puse el abrigo de Marie, y me senté a contemplar su sufrimiento, saboreando el riñón frente a ellos hasta chuparme los dedos. (Pausa) Después de todo lo había perdonado.
XVI
MARIE:- Gustave regresó corriendo en la mañana. ¡Estás sudando!
GUSTAVE:- ¡Como un maldito gordo!
MARIE:- ¿Llevas dos abrigos?
GUSTAVE:- Fueron a la estación de trenes, Marie. Se marchan.
MARIE:- ¿Adónde?
GUSTAVE:- No lo sé. Se dirigen hacia el sur. Debo partir con ellos.
MARIE:- (Inconforme) ¿Debes?
GUSTAVE:- Piensa, Marie. Sin mi compañía estarían completamente desprotegidos.
MARIE:- Sabrán arreglárselas solos.
GUSTAVE:- Haz mi maleta. Pronto.
MARIE:- ¿No sabes qué día es mañana?
GUSTAVE:- Miércoles. ¡No, jueves!
MARIE:- Mi cumpleaños.
GUSTAVE:- ¡Por Dios, Marie, puedes dejar de pensar una sola vez en ti!
MARIE:- ¡Nunca pienso en mí! Siempre se trata de ti, de Samuel, o de cualquiera. Yo sólo debo preocuparme por ti. Y... está bien, al fin y al cabo. (Pausa) Voy a preparar tu maleta.
(Pausa)
GUSTAVE:- Déjalo.
MARIE:- (Ilusionada) ¿Vas a quedarte?
GUSTAVE:- Yo mismo haré mi maleta. Ya haces demasiado.
MARIE:- ¡Vete mucho al carajo!
XVII
GUSTAVE:- Arrastré la maleta hasta la estación y tomé el tren con dirección a Burdeos.
MARIE:- Bajé a la calle en busca de Gustave, pero la muchedumbre me arrastró en otra dirección. Entre el gentío reconocí a los Joyce cargados de maletas, con Lucia catatónica como si fuera una maleta más, y decidí seguirlos. Pensé que debían ir en la misma dirección...
GUSTAVE:- Al llegar a Burdeos, Samuel y Suzane se dirigieron al este junto a otro grupo de franceses refugiados.
MARIE:- En Zurich supe que me había desviado un poco. Allí me deportaron hacia Irlanda, donde alguien se había enterado que Samuel estaba en un pueblito al este de Burdeos, trabajando en una granja con Suzane.
GUSTAVE:- Marie apareció una mañana entre los campos de trigo, sobre una mula tirada por un niño.
MARIE:- Nos alojábamos en una pequeña cabaña cerca de la granja que daba asilo a Samuel y Suzane.
XVIII
GUSTAVE:- ¿Estuviste en Irlanda, entonces?
MARIE:- Sí.
GUSTAVE:- ¿Se mantienen neutrales?
MARIE:- Hasta ahora.
GUSTAVE:- ¿Alguien lee Ulises en Dublín?
MARIE:- Judíos.
GUSTAVE:- ¿Y los intelectuales?
MARIE:- Están interesados por un joven checo.
GUSTAVE:- ¿Un checo?
MARIE:- Kafka. Creo.
GUSTAVE:- Jamás había oído hablar de él.
MARIE:- Escribió algo sobre una cucaracha.
GUSTAVE:- ¡Sobre una...! Vaya.
(Pausa)
MARIE:- ¿Gustave?
GUSTAVE:- ¿Qué?
MARIE:- El señor Joyce murió.
GUSTAVE:- ¿En Zurich?
MARIE:- Tenía peritonitis. Lo siento.
(Pausa)
GUSTAVE:- Consigue riñón de cerdo.
MARIE:- Traje de Irlanda. Está sobre la mesa.
GUSTAVE:- Bien. Prepara té y hogazas, bien tostadas por...
MARIE:- Están junto al riñón.
(Pausa)
GUSTAVE:- Voy a dormirme.
MARIE:- Sí. (Pausa) Sí.
XIX
MARIE:- Engullendo riñón de cerdo, hogazas bien tostadas y abundante té, conmemoramos a Ulises cada 16 de Junio durante los tres años que permanecimos en Rousillon, refugiados de la Guerra. Por las noches, Gustave entraba en secreto a la granja de Samuel, y tomaba la obra para hacerle pequeñas correcciones...
GUSTAVE:- ¿Vergonzoso o... engorroso?
MARIE:- Engorroso.
GUSTAVE:- (Corrigiendo) Ver..gon..zo...so.
MARIE:- Luego las pequeñas correcciones se volvieron cambios radicales.
GUSTAVE:- Voy a incluir un personaje, Marie, un muchacho. Será una especie de mensajero.
MARIE:- Reescribió el texto cada noche durante esos tres años. Lo tomaba en secreto. Luego lo devolvía antes del amanecer. (Pausa) Cierta noche, recuerdo, lo vi firmarlo con su nombre. Lo colocó sobre la mesa y lo contempló durante horas. Luego, poco antes de que amaneciera, borró su nombre y volvió a colocar el de Samuel.
XX
MARIE:- ¿Es un radio?
GUSTAVE:- Estaba en el granero.
MARIE:- ¿Funciona?
GUSTAVE:- Hace un rato funcionaba. Los alemanes están perdiendo fuerza.
(Pausa)
MARIE:- ¿Gustave?
GUSTAVE:- ¿Sí?
MARIE:- ¿Cuándo terminará todo esto?
GUSTAVE:- ¿La Guerra?
MARIE:- Nosotros y Samuel. ¿Cuándo vamos a dejar de seguirlo?
GUSTAVE:- Cuando terminemos de escribir la obra.
MARIE:- ¿No está terminada?
GUSTAVE:- Requiere detalles.
MARIE:- Pero...
GUSTAVE:- ¡Tshhh! (Logra sintonizar el radio)
MARIE:- ¿Qué?
GUSTAVE:- Buenas noticias, espero.
LOCUTOR:- "...Las fuerzas aliadas participaron en la mayor invasión transportada por mar. Cerca de 152 mil hombres cruzaron el Canal de la Mancha a bordo de más de 2 mil 500 barcos hasta las playas de Normandia que fueron tomadas al asalto. Con esto se logró que..." (El radio pierde la señal)
GUSTAVE:- ¿Que qué? (Golpea el radio) ¡Se logró que qué! (Lo zangolotea sobre su cabeza) ¡Largo, Marie, provocas interferencia!
XXI
MARIE:- Entonces una mañana, así como así, terminó la guerra.
GUSTAVE:- Los alemanes no soportaron la nieve. Podemos regresar a París.
MARIE:- ¿La nieve? ¿Qué tiene eso que ver?
GUSTAVE:- Samuel y Suzane van camino a la estación de trenes.
MARIE:- ¿La nieve?
GUSTAVE:- Los vi salir hace una hora.
MARIE:- Nunca oí que la nieve terminara una guerra.
XXII
GUSTAVE:- El regreso a París fue desolador.
MARIE:- Las fuerzas aliadas habían ocupado las calles de París.
GUSTAVE:- Caminamos bajo el Arco del Triunfo junto a un grupo de soldados alemanes.
MARIE:- Eran obligados a caminar con los brazos alzados.
GUSTAVE:- ¡Tú no tienes que alzar los brazos, Marie!
MARIE:- ¡Siento lástima por ellos!
GUSTAVE:- Los traidores eran atados a postes y ejecutados en público.
MARIE:- Otras mujeres simplemente eran obligadas a andar en ropa interior con las cabezas rasuradas.
GUSTAVE:- ¿Qué haces Marie?
MARIE:- ¡Le escupo a las traidoras!
GUSTAVE:- ¡Por Dios, Marie, esa mujer tiene cáncer!
MARIE:- Las banderas francesas ondeaban por todas partes.
GUSTAVE:- Y había un montón de soldados estadounidenses paseando en sus tanques por las calles de París.
MARIE:- No importaba quién nos hubiera liberado. Era día de fiesta, al fin y al cabo.
XXIII
Departamento de Gustave y Marie, un piso arriba del de Samuel y Suzane.
GUSTAVE:- ¡Marie! ¡Corre peligro!
MARIE:- ¿Quién?
GUSTAVE:- ¿Quién va a ser? Un soldado americano quiere asesinarlo.
MARIE:- Los americanos se marcharon.
GUSTAVE:- Precisamente. No hay otra razón para que siga aquí. Los alemanes fueron expulsados, los traidores ejecutados, la Resistencia se disolvió. No he visto a ningún otro soldado.
MARIE:- Estará de paseo.
GUSTAVE:- No, Marie, está aquí para matarlo.
MARIE:- ¿Por qué querría matarlo?
GUSTAVE:- Yo qué sé, envidia literaria, sus dramaturgos no tienen remedio.
MARIE:- Es absurdo, Gustave.
GUSTAVE:- No me da confianza, Marie.
MARIE:- Pasaba el día entero vigilando desde la ventana el departamento de Samuel.
GUSTAVE:- ¡Es él!
MARIE:- ¿Quién?
GUSTAVE:- El americano, en la calle.
MARIE:- ¿Dónde?
GUSTAVE:- Justo en frente, ¿lo ves?
(Pausa)
MARIE:- No.
GUSTAVE:- ¡Está junto a esa enfermera, Marie!
MARIE:- ¿El de las flores?
GUSTAVE:- Bastardo.
MARIE:- Es guapo.
GUSTAVE:- Los envían atractivos para mermar sospechas.
MARIE:- ¿Lo ves? Se va.
GUSTAVE:- Claramente a esperar la ocasión más favorable.
XXIV
MARIE:- Sacamos la cama de la habitación y la colocamos junto a la ventana para vigilar el departamento de Samuel. Si Gustave lograba dormirse despertaba enseguida maldiciendo al americano. Al cabo de seis noches decidió ponerle fin al asunto.
GUSTAVE:- Le ondeaba el moño desceñido sobre el hombro. El americano contemplaba distraído el Sena desde un puente desierto en medio de la madrugada.
MARIE:- Se levantó en silencio y permaneció de pie frente a la ventana. Luego tomó su sombrero y salió. Después de un rato bajé a esperarlo en la puerta del edificio.
GUSTAVE:- Crucé el puente, como un transeúnte ordinario, lenta y desapercibidamente. Al llegar a su lado me giré con violencia.
MARIE:- Lo distinguí al final del callejón a través de la neblina. Venía corriendo apretándose una mano contra el pecho.
GUSTAVE:- Le clavé el cuchillo en la espalda a la altura de los pulmones, creyendo que eso bastaría. Pero no fue así.
MARIE:- Permaneció un rato frente a la puerta sin decir nada. Pasa, le dije, estás empapado.
GUSTAVE:- Cayó al río y braceó hasta la orilla desangrándose. Tuve que arrojarme del puente y nadar hasta él.
MARIE:- Calenté agua para la tina.
GUSTAVE:- Le tapé la boca hasta hundirle la cabeza en el lodo.
MARIE:- Su camisa estaba empapada, cubierta de fango con las mangas arañadas.
GUSTAVE:- Marie me esperaba en la puerta del edificio.
MARIE:- Temblaba dentro de la tina, mientras yo le lavaba la sangre salpicada en el cabello.
GUSTAVE:- Tuve que hacerlo, Marie.
MARIE:- Lo sé.
GUSTAVE:- Samuel corría peligro.
MARIE:- ¿Qué le pasó a tu mano?
GUSTAVE:- La mordió el americano.